Cómo organizar la jornada a los niños en tiempos de confinamiento

Conjugar esparcimiento, estudio y actividades en familia puede resultar más fácil con estas recomendaciones.

organizar la jornada con los hijos en el confinamiento

“¡Hora de hacer los deberes!”. Son muchos los hogares en los que, en días de confinamiento forzoso por el coronavirus, esta y otras instrucciones, dirigidas a los hijos, resuenan entre cuatro paredes. Detenida la actividad en los centros educativos y suspendida la relación social fuera de casa, el mundo se reduce al perímetro de la vivienda; es en ella donde se desarrolla toda la acción de la familia, que en lo que a los niños se refiere abarca varios frentes.

Según el Instituto Nacional de Estadística, hay en España 6.329.5000 hogares formados por parejas con hijos. De incluir a las familias monoparentales, la cifra sería mayor. En todos ellos, desde el pasado 14 de marzo se vive una situación inédita: padres y madres deben supervisar el estudio diario de los pequeños, reservarles tiempo de esparcimiento y (como sería deseable) aprovechar alguna franja del día para llevar a cabo tareas conjuntas, desde preparar la comida a ver una peli. ¿Cómo organizarse para evitar el caos?

Como sabrá cualquier madre o padre que lea esto, los niños tienden naturalmente a la anarquía. Por tanto, y como punto de partida, se impone establecer una rutina, de la cual, para que no caiga en saco roto, conviene hacer partícipes a los hijos. “Tener horarios y rutinas a los niños les da seguridad”, explica Silvia Álava, especialista en Psicología Educativa. “Una de las cosas que podemos hacer con ellos es sentarnos y confeccionar un calendario en una cartulina, para programar qué hacemos cada hora. Hay que ser flexibles. Que tengamos un horario no quiere decir que haya que llevarlo a golpe de corneta. Pero les va a dar seguridad”, concluye.

“Sentarnos y confeccionar un calendario en una cartulina, para programar qué hacemos cada hora. Hay que ser flexibles. Que tengamos un horario no quiere decir que haya que llevarlo a golpe de corneta. Pero les va a dar seguridad”

Silvia Álava, especialista en Psicología Educativa

Rutina como la de antes

Los horarios, según la especialista, deben ser lo más parecidos a los que tenemos durante la jornada escolar. Por tanto, el estudio y los deberes deberían reservarse a las horas matinales, en las que los críos, además, están más despejados. “Por la mañana nos levantamos, desayunamos, dejamos todo recogido y nos ponemos a estudiar. Hacemos una pausa a media mañana, en la que podemos comer algo similar a lo que tomamos en el recreo del colegio”, describe Álava.

El tiempo de ocio, relegado a la tarde, no debe consistir solo en dejar que los niños pongan patas arriba su habitación. Como recomienda la psicóloga, “hay que repartirlo entre los juegos infantiles y el ocio en familia: en este sentido, podemos practicar juegos de mesa, conversar o ver una película con nuestros hijos”. También es buena idea hacer ejercicio físico con ellos. Pensemos que estamos ante una oportunidad de oro para disfrutar de tiempo de calidad con los pequeños de la casa.

Un ratito para los ‘gadgets’

Tareas del hogar con hijos en confinamiento

Socializar en clausura

Conectarse por teléfono o vídeollamada con familiares y amigos de quienes la cuarentena nos mantiene alejados es una de las formas más comunes de desahogo social entre adultos estos días. También podemos incitar a los hijos a que interactúen por estos medios con amigos o primos…, pero sin forzar. “Es importante que puedan hacer alguna videollamada —expone la psicóloga Silvia Álava—, pero siempre y cuando les apetezca. Si es así, es estupendo que puedan mantener el contacto con otros niños. Pero hay padres que están forzándolo y eso puede provocar que los pequeños lo vean como una obligación, lo que puede ser contraproducente”.

Resulta tentador, en plena era tecnológica, el uso de móviles, tabletas y demás dispositivos electrónicos por parte de los niños. Como ocurre el resto del año, durante el confinamiento conviene controlar el uso que hacen de ellos. La Academia Estadounidense de Pediatría establece que los niños de dos a cinco años deberían conectarse a las pantallas un máximo de una hora al día, y siempre con programación de alta calidad. Fuera de eso, es preciso dedicar el rato a otras ocupaciones. “El tiempo sedentario tiene que convertirse en tiempo de calidad. Leer un libro con su hijo, por ejemplo, les puede ayudar a desarrollar sus habilidades de lenguaje”, explica la doctora Juana Willumsen, responsable de obesidad infantil y actividad física para niños de la OMS.

De cara a reducir el acceso de los niños a las pantallas, “lo mejor es establecer en los horarios el tiempo que van a tener de tableta, de móvil o de videojuegos. Si es una hora, resulta recomendable distribuirla a lo largo de la jornada”, sugiere Silvia Álava.

Por último, la reclusión hogareña favorece la práctica de actividades compartidas por padres e hijos. Como dice Álava, esta situación puede ayudarnos a educar en la corresponsabilidad, para trabajar en la idea de que somos un equipo: “Todos estamos aquí, y no es que tengas que ayudar, sino que somos un equipo y debemos hacer las cosas entre todos”. Así, por ejemplo, a la hora de preparar la comida, podemos animarles a que nos hagan de pinches de cocina o a que se encarguen de poner la mesa. “No porque los padres vayan a ahorrarse trabajo, sino para fomentar que los hijos sean lo más autónomos y responsables posible”, añade. Es momento de aprovechar lo poco de bueno que tiene esta reclusión.

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