Para entrenar, Abebe Bikila perseguía animales por las llanuras etíopes durante decenas de kilómetros. Como si estuviese cazando. Siempre los alcanzaba, casi ninguna especie es capaz de sostener una carrera de fondo como el ser humano. ¿Quién fue Bikila? El medalla de oro olímpico en el maratón de Roma, 1960. No solo ganó, batió el récord mundial. Y no solo batió el récord mundial, lo hizo descalzo.
Bikila es un ejemplo en todo, menos en esa excepción. El resto de los mortales necesitan unas zapatillas, y no cualquier modelo. Son como las buenas ruedas en un coche. Según los expertos en biomecánica, de ellas depende en buena medida el agarre, la tracción, la estabilidad, la compensación de la pisada, la amortiguación, incluso parte del impulso.
¿Qué dicen los expertos?
Si no eres uno de ellos, consejo básico: acudir a una tienda especializada en running para que analicen tu tipo de pisada. Averiguarás si eres pronador, supinador o neutro. Como explica Ramiro López, de la cadena Bikila (sí, en honor al héroe etíope), “la del pronador es el tipo de pisada más común, se produce por el giro de los tobillos hacia el interior (desgasta el borde exterior de las suelas en el antepié) y es un mecanismo natural para amortiguar”. Pero si el giro es excesivo (sobrepronación), unas zapatillas con refuerzos –por ejemplo, piezas con una densidad más alta–, pueden corregirlo.

La supinación es lo contrario, tendencia a girar tobillos hacia el exterior y desgastar el borde interno de las suelas. Supinadores hay pocos, alrededor del 5%. ¿Y los corredores neutros? Tienen pronación, pero poco acusada, con una pisada que adsorbe bien los impactos y alivia correctamente la presión en las articulaciones. “Los supinadores deben usar zapatillas neutras pero que tengan una estructura más curvada que les proporcione más estabilidad en la fase de apoyo”, explica López.
“La del pronador es el tipo de pisada más común: se produce por el giro de los tobillos hacia el interior y es un mecanismo natural para amortiguar”
Ramiro López, especialista en calzado deportivo
El peso, fundamental
Si no pasas de 65 kilos, las zapatillas serán ligeras, sin una amortiguación excesiva; lo contrario que si pesas más de 90, porque necesitas más estabilidad y absorción de impactos. Ten en cuenta la forma de tus pies, si tienen un arco más o menos pronunciado o si son particularmente anchos para evitar rozaduras.
Bastantes corredores arrastran lesiones, por ejemplo sobrecarga en las rodillas, tendencia a los esguinces de tobillo o a sufrir calambres musculares. En ese caso, es imprescindible consultar a un médico deportivo. El calzado puede ayudar a prevenir lesiones o a que resurjan viejas dolencias con un diseño que priorice la estabilidad, la amortiguación o varios grados de drop, la diferencia de altura entre talón y puntera.
A partir de estos consejos básicos, otros muchos factores pueden influir en la elección de zapatillas: por ejemplo, si corres sobre asfalto, tierra, hierba o terrenos irregulares tipo trail, si el clima es caluroso o si entrenas sobre mojado… También es clave la frecuencia de salidas y, sobre todo, tu estado de forma. Si estás empezando te convienen unas zapatillas flexibles, estables y amortiguadas. Pero si estás en buena forma, el propio cuerpo amortigua y puedes usar modelos ligeros y con menor drop.
¿Y el precio?
Lógico, siempre será mejor invertir en un muy buen calzado, pero sin exagerar. Según Ramiro López, “generalmente las zapatillas más caras lo son porque tienen más tecnología o más novedades que hacen que en ellas las marcas se explayen con sus mejores sistemas. Pero, para empezar a correr, con unas de nivel medio sería suficiente. Ojo, tampoco las más básicas”. Un consejo de otro grande, el madrileño Chema Martínez, uno de los mejores fondistas españoles de la historia: “Lo primero es que te gusten, que te entren por la vista”. Pues bonitas son un rato.