Las empresas, factor clave en la nueva movilidad urbana

Acudir al trabajo es el principal motivo por el que se mueve el ser humano. En España, los desplazamientos al centro laboral representan en torno al 40% de la movilidad en un día de diario.

Las empresas, factor clave en la nueva movilidad urbana

Pese a que el uso del vehículo privado sigue siendo elevadísimo, no hay más que asomarse a una gran avenida para comprobar que la forma de moverse está cambiando sustancialmente. Cada vez hay una mayor conciencia individual sobre el avance del cambio climático y sobre el aumento de la contaminación en las grandes ciudades. De ahí que bicicletas, patinetes eléctricos y transporte público protagonicen buena parte de las nuevas ordenanzas de movilidad en las grandes urbes. Sin embargo, menos de la mitad de los desplazamientos laborales se llevaban a cabo en transporte público, bicicleta o patinete. El coche manda por encima de todo.

Un 60% de los desplazamientos al trabajo se hace en coche y un 37% de los accidentes laborales se produce en los desplazamientos por carretera.

España se vanagloria de ser un país de vocación ciclista. Al menos durante las sobremesas del verano viendo el Tour de Francia y la Vuelta a España ante el televisor. Pero a la hora de los desplazamientos al trabajo en bicicleta, nuestro presunto espíritu dista mucho del de otras naciones de nuestro entorno. También, por supuesto, los incentivos y la legislación, factores esenciales en este campo.

Cobrar por pedalear

Holanda, Bélgica, Francia e Italia, por ejemplo, constituyen la avanzadilla europea en favor de la bicicleta como medio de transporte para ir al trabajo. Cuatro países que pagan por pedalear. En Bélgica, por ejemplo, los empleados tienen derecho a la llamada “indemnización bicicleta” desde hace diez años. Se trata de un bono de 23 céntimos de euro por cada kilómetro recorrido en bici hasta el lugar de trabajo. Eso sí, hay un tope de 15 kilómetros diarios.

Francia tomó buena nota de esta experiencia, que llevó también a la práctica hace tres años mediante una ley. Por cada kilómetro al trabajo en bici, el trabajador percibe 25 céntimos hasta un máximo también de 15 kilómetros diarios. Son las propias empresas las que abonan al empleado esta gratificación, que luego recuperan vía deducciones en las cotizaciones sociales.

Medidas para aprovechar el furor ciclista

Movililidad urbana en bicicleta eléctrica

Según la guía Planes de Transporte al Trabajo, fomentar el uso de la bicicleta puede tener éxito cuando “hay una proporción importante de personas que acude al centro de trabajo en coche, reside a una distancia entre los 2 y 10 kilómetros y cuenta en las cercanías con vías ciclistas o acondicionadas para la circulación segura de bicicletas”. En estos casos, la empresa concienciada por la movilidad sostenible debiera ofrecer un aparcamiento gratuito y techado para las bicis, dar ayudas al trabajador para mantenimiento y reparaciones, o incluso firmar un convenio con un taller ciclista cercano. También la empresa debiera plantearse ofrecer ayudas a los empleados para la compra de la bicicleta. La existencia de duchas, vestuarios o armarios sería fundamental para las personas que, por razones de comodidad, prefieren usar una ropa para el trayecto y otra para desarrollar su trabajo. Por otra parte, algunos centros de trabajo, por ejemplo, ya animan a sus empleados a desplazarse al trabajo en bicicleta pagando en concepto de desplazamiento la distancia realizada en este modo de transporte. Otro incentivo puede ser poner a disposición del empleado un servicio de acompañamiento para los primeros viajes al trabajo en bicicleta. A veces, el trabajador puede tener la voluntad de cambiar el coche por la bicicleta pero ir solo puede ser un factor de disuasión. El hecho de hacerlo en grupo, puede ser todo un estímulo.

En Italia, algunos ayuntamientos han apostado también por las dos ruedas. Bari introdujo recientemente un programa piloto experimental en el que pagó durante cuatro meses 20 céntimos por kilómetro a quien fuera al trabajo en bici. Hace ya cuatro años, Massarosa, en la Toscana, fue el primer municipio italiano en ofrecer incentivos para usar la bicicleta para ir a trabajar: 25 céntimos de euros por un kilómetro recorrido.

Finalmente, en Holanda –paraíso europeo de las dos ruedas– existe una compensación de 19 céntimos de euro por cada kilómetro al trabajo en bici. El Gobierno holandés es el más devoto defensor europeo de este sistema. A finales del año pasado anunció inversiones de 345 millones de euros en infraestructura para que 200.000 personas más viajen mediante este sistema dentro de los próximos tres años.

En España, por el momento, no hay incentivos económicos para el empleo de la bici en los desplazamientos al trabajo. Y eso que Sevilla estaba posicionada en lugares de honor como ciudad amiga de las bicis. Llegó a figurar cuarta en 2013 en el listado de las veinte mejores ciudades del mundo para ir en bicicleta, según la consultora The Copenhagenize Index. Sólo Amsterdam, Copenhague y Utrecht superaban a la capital hispalense. Tras caer posiciones progresivamente, Sevilla ya no figura este año en el top 20. Tampoco en España existen iniciativas legislativas similares a las de Gran Bretaña, por ejemplo, donde el Programa Cycle to Work incentiva entre los empleados la compra de bicicletas libres de impuestos, pudiéndolas pagar como retribuciones salariales en especie hasta en 12 meses.

Entre los medios alternativos de transporte, junto a la bicicleta, el automóvil eléctrico se abre paso con fuerza por su menor impacto ambiental, pero su cuota es aún simbólica. Según la Guía de Movilidad Eléctrica para Entidades Localesen España hay más de 63.000 vehículos eléctricos en circulación. De ellos, sólo 25.000 son automóviles, lo que representaría el 1% del parque automovilístico. Motocicletas y ciclomotores eléctricos sumarían otros 21.000 vehículos. Los otros 17.000 vehículos eléctricos se reparten entre furgonetas, camiones y autobuses.

Plan de transporte al trabajo

Pero son las propias empresas muchas veces el factor decisivo en la modalidad de los desplazamientos, por encima incluso de la voluntad de los empleados. Un porcentaje muy relevante de los centros de trabajo no tiene buena accesibilidad para fórmulas distintas al automóvil. Difícilmente podremos llegar en patinete eléctrico, andando o en bicicleta a una empresa cuya sede está pegada a una autovía nacional, por poner un ejemplo. Ese factor hace inviable otra elección de movilidad si el trabajador no vive al lado del centro de trabajo.

De ahí que la participación de la empresa sea fundamental en el desarrollo de un Plan de Transporte al Trabajo. Consiste, básicamente, en la realización de un conjunto de medidas elaboradas mediante un proceso participativo y ejecutadas por la dirección del centro de trabajo. Las medidas, acompañadas por campañas de concienciación y promoción, persiguen racionalizar los desplazamientos al lugar donde se desarrolla la actividad, tanto de sus propios empleados como de clientes, proveedores y visitantes.

En este contexto, el Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDEA) y la Fundación Conama, punta de lanza en materia de movilidad y trabajo, han creado una plataforma online, denominada Muévete al trabajo con un plan, con el objetivo de concienciar y ayudar a las empresas y trabajadores a dar el paso definitivo e impulsar un plan de movilidad sostenible en el mundo laboral. Todo sea por disminuir los niveles de contaminación y los inefables atascos. Un estudio de la CE, por ejemplo, estima que la congestión de tráfico en el continente cuesta entre 170.000 y 280.000 millones de euros al año, lo que equivale a entre el 1,3% y el 2% del PIB comunitario.

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