“Todos los niños del mundo juegan, y esta actividad es tan preponderante en su existencia que se diría que es la razón de ser de la infancia”, proclama la UNESCO en su texto El niño y el juego: planteamientos teóricos y aplicaciones pedagógicas. Añade que el juego constituye “una de las actividades educativas esenciales”, de lo que se desprende que no solo sirve para que los pequeños se entretengan y diviertan, sino también para que aprendan.
Y uno de los aprendizajes más importantes hoy en día, en tiempos de diversidad, es el del respeto a la diferencia. Ejercitar la tolerancia desde una edad temprana garantiza que los niños la pondrán en práctica de adultos, lo que contribuirá a consolidar una sociedad mejor en el futuro. “La educación en valores, tanto en la escuela como en la familia, es fundamental para inculcar la tolerancia”, dicen desde la ONG Educa.
Ser más sensibles a la diversidad no solo augura una sociedad más justa, sino que es beneficioso para el crecimiento psicológico de los niños. “Fomenta la sociabilidad, favorece la toma de decisiones, refuerza la autoestima, genera más confianza (al sentirse más libres para expresarse), les enseña a resolver conflictos y mejora su bienestar emocional. En definitiva, les ayuda a ser más felices”, dice Silvia Álava, doctora en Psicología Clínica especializada en infancia.
“Con el programa La misión, se divierten y aprenden a ver con naturalidad perspectivas positivas acerca de la discapacidad y dependencia”
Ana Artacho, coordinadora de proyectos de la Fundación Caser
¿Qué tipo de juegos son los más apropiados para educar en la tolerancia?
Para Silvia Álava, aquellos que reflejen la pluralidad. “En vez de recurrir a la típica Nancy rubia divina de la muerte, pueden jugar con muñecas que tengan rasgos de razas diferentes o se salgan de los estereotipos de delgadez”, sugiere. Recomienda anteponer los juegos unisex a aquellos que los fabricantes diseñan para niños o niñas. Y, con especial énfasis, los juegos de mesa: “Ante el tablero, y obligados a seguir unas normas, todos somos iguales”, expresa.
En la ONG Educa proponen juegos para llevar a cabo en la escuela. Algunos tan curiosos como el de “la caja de limones”. Consiste en repartir limones entre los alumnos de la clase y pedir a cada uno que recuerde las características del suyo. Después se mezclan en un cesto y cada niño y niña deberá identificarlos, lo que no les resultará difícil. La clave estriba en pelarlos posteriormente y demostrarles que en su interior son todos iguales.

Fabricantes especializados en juguetes inclusivos
Existen incluso fabricantes especializados en juguetes para edificar una sociedad más inclusiva. En 1999, Véronique y Bryon, una pareja francoestadounidense de Montpellier (Francia), creó la empresa Hop’Toys, actualmente con presencia en España. Su argumentario sostiene que sensibilizar a los niños “a la discapacidad y la diversidad en general es primordial para educarlos en la tolerancia y el respeto”. Con ese fin, comercializan desde muñecos con características físicas de niños con Síndrome de Down y otros con sillas de ruedas hasta juegos de “construcción de familias” en las que concurren personajes con todo tipo de rasgos físicos y raciales. “Los niños no ven la diferencia, o en todo caso, no es algo que les importe. Tienen una mirada pura que aprovechamos para normalizar dicha diferencia”, postulan.
En este sentido se enmarca también La misión, un Programa Escolar de Sensibilización en Discapacidad e Inclusión de la Fundación Caser que celebra ahora su segunda edición. Este proyecto, abierto a todos los centros escolares de España, está destinado a alumnos de los seis cursos de Primaria; “a través de una mecánica basada en la gamificación, el aprendizaje y las inteligencias múltiples, deberán superar dos misiones investigando, observando y proponiendo planes que les ayudarán a prepararse y mejorar competencias de cooperación y convivencia, realidad social y ciudadanía”, explican sus responsables. En esas dos misiones —que abordan las temáticas discapacidad y dependencia— deberán derrotar a dos villanos, Discrimineitor y Egocéntriko.
Como indica Ana Artacho, coordinadora de proyectos de la Fundación Caser, el programa “supone un importante impulso en sensibilización para niños. Se divierten y aprenden a ver con naturalidad perspectivas positivas acerca de la discapacidad y dependencia”. Los docentes y alumnos interesados en participar pueden inscribirse en la web www.fundacioncaserprogramaescolar.org hasta el 29 de marzo de 2020.