Los 60 son los nuevos 40

¿Estamos ganando dos décadas al tiempo? La percepción colectiva de que el envejecimiento ya no es lo que era nos hace pensar que es posible alargar la edad madura sin el declive de antaño. No está claro que nuestra sociedad envejezca más despacio, pero sí parece que nuestros hábitos de vida pueden ralentizar o acelerar el proceso.

Los nuevos 40 son los 60

Todos lo hemos oído más de una vez: los 60 son los nuevos 40. De hecho, cada vez surgen más plataformas que dan voz a los mayores y proponen la creación de comunidades seniors en las que compartir un estilo de vida saludable y divertido. Las marcas también se han hecho eco de las necesidades e inquietudes de una generación que antes era invisible y ahora viaja, busca experiencias y demanda una oferta diseñada para su consumo. Ahora bien, cuando decimos que los 60 son los nuevos 40… ¿qué significa realmente? ¿Nos estamos refiriendo al aspecto físico, mucho más juvenil ahora que en tiempos de nuestros padres, o también a la esencia misma del envejecimiento?

Lo cierto es que estamos asistiendo a la llamada ‘revolución de la longevidad’, un fenómeno de transformación de nuestro entorno social y personal en el que estamos redefiniendo el concepto de edad y de vejez. Y a ello, sin duda, está contribuyendo el hecho de que los baby boomers, protagonistas de la explosión de natalidad que se produjo en torno a la década de los 60, ya empiezan a entrar en la sesentena. Y llegan a ese momento en un estado vital que en nada se asemeja al que tuvieron en ese mismo momento sus padres o abuelos.

Baby boomers’ activos

No se trata solo de que haya aumentado la esperanza de vida y descendido la natalidad. Es cierto que estos factores nos indican que nos encaminamos a una sociedad envejecida (se calcula que, para 2050, el 40% de la población mundial tendrá 60 años o más), pero lo novedoso es que, hoy, el foco de interés está puesto en los sexagenarios. Sociólogos, gerontólogos, demógrafos y psicólogos estudian a estos nuevos adultos mayores que se caracterizan por su vitalidad. Los baby boomers de ayer son hoy personas activas, conectadas e inquietas, que en muchos casos perciben el horizonte de la jubilación no como una condena al ostracismo, sino como la oportunidad para disfrutar de las aficiones sin la esclavitud de las obligaciones laborales. Esta vitalidad es la que hace que comience a percibirse en la sociedad una sensación de que los 60 son los nuevos 40.

Se sienten jóvenes, y su aspecto exterior también conserva el rastro de la juventud. Pero, como decíamos antes, ¿significa que también su cuerpo es joven? ¿esa percepción implica que tienen menos enfermedades ligadas al envejecimiento, que su organismo se va ‘deteriorando’ a un ritmo más lento que el de sus antepasados?

la mejor forma de envejecer

Mientras el cuerpo aguante

La respuesta es compleja, porque el envejecimiento también lo es. “En general, podemos decir que alcanzamos nuestra máxima capacidad funcional alrededor de los 25 años”, explica Manuel Castillo, catedrático de Fisiología y presidente del comité científico de la Sociedad Española de Envejecimiento (SEMAL). “Una vez alcanzada, no nos mantenemos en una meseta estable durante las siguientes décadas, sino que empezamos a decrecer. Y lo hacemos a una velocidad que se puede estimar en torno a un 10% por década”.

6 consejos vitales para evitar el envejecimiento prematuro

  1. Dormir bien, entre 7 y 8 horas al día, sin interrupciones, para que el organismo se repare.
  2. Una alimentación adecuada y alimentos antioxidantes. Comidas ricas en verduras, legumbres y frutas.
  3. Evitar el tabaco. Ese hábito daña, evitando la regeneración de las células.
  4. Evitar la exposición prolongada y sin cuidado al sol. Los rayos UV del sol representan la principal causa del envejecimiento prematuro de la piel y muchas de las afecciones cutáneas.
  5. Ingerir mucha cantidad de agua. El organismo está compuesto en gran parte por este líquido, y la deshidratación acarrea una serie de riesgos tanto estéticos como de salud.
  6. Realizar ejercicio físico. La actividad regular contribuye a estimular la regeneración celular y la eliminación de las toxinas.

Fuente: Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad (SEAL)

Pero este declive no es igual en todos. Un estudio de la Escuela Universitaria de Medicina de Duke, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, confirma que es cierto que hay personas que envejecen más rápido que otras.

Para esta investigación se escogió a un grupo de participantes, y se les midieron 18 biomarcadores (desde colesterol a presión sanguínea o índice de masa corporal) cuando tenían 26, al cumplir los 32 y cuando llegaron a los 38. El objetivo era calcular su edad biológica y la velocidad individual de envejecimiento. Lo que comprobaron en esa facultad estadounidense es que, aunque en general se envejece un año biológico por año cronológico, algunas personas llegan a hacerlo tres veces más rápido, mientras que otras parecen casi inmunes.

Esté como esté el cuerpo, por si alguna vez necesitas un médico recuerda que Caser cuenta con un seguro específico para personas mayores.

Los hábitos ayudan… si son buenos

Más allá de cuestiones genéticas que todavía se nos escapan –no sabemos quiénes podemos ser más o menos resistentes a este proceso–, la idea general es que, Igual que los excesos y los malos hábitos aceleran el envejecimiento, en nuestra mano tenemos la posibilidad de enlentecerlo con una dieta adecuada, con ejercicio, con determinados suplementos… “Eso sí, siendo conscientes de que no podemos detener este proceso”, indica el profesor Castillo.

No lo podemos detener, pero sí ralentizar. En este sentido, recientemente se ha publicado en la revista Nature una revisión sobre los estudios en torno al aumento de la longevidad y de los años de vida saludable. En sus conclusiones, los autores apuntan que “el ejercicio es la única intervención de eficacia comprobada contra las enfermedades asociadas a la edad”. Pasar mucho tiempo sentados, explican, se asocia con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, síndrome metabólico, cáncer y mortalidad por cualquier causa.

Alimentarse, más que un rutina

La otra clave parece estar en la alimentación. La primera medida es obvia: seguir una dieta que ayude a tener a raya el colesterol, la tensión y la glucosa, los parámetros más ligados al envejecimiento. Pero también se está investigando, desde hace años, la teoría de la reducción calórica y el ayuno intermitente, que se basa en que comer menos y espaciar las comidas favorece la limpieza celular y esto podría ayudar a combatir las enfermedades asociadas a la vejez. 

Ciertamente, los científicos trabajan incansablemente para entender qué es eso que ocurre en nuestro cuerpo a medida que cumplimos años y provoca que comiencen a aparecer, o a agravarse, determinadas enfermedades: patologías reumáticas y neurodegenerativas, cáncer, diabetes tipo 2, hipertensión… En tanto logran desentrañar los mecanismos íntimos del envejecimiento, en nuestra mano está el adoptar aquellos estilos de vida que favorezcan el mantenimiento de la salud. Es decir, si deseamos que los 60 sean –realmente– los nuevos 40, y no solo en lo relativo al consumo, los viajes o el ocio, sino también en la salud, tendremos que remar a favor de obra.

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