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¿Qué es la fisioterapia deportiva?
Consiste en la aplicación de la fisioterapia tradicional, pero con el objetivo de recuperar y prevenir lesiones sufridas por la práctica del deporte, ya sea a nivel amateur o profesional.
El matiz deportivo es importante, ya que en este caso los profesionales del cuadro médico de Caser desarrollan su trabajo atendiendo a los diferentes gestos técnicos que pueda realizar el paciente en función de su disciplina deportiva.
Tratamiento de la lesión

La función fisioterapéutica se desglosa en tres objetivos:
- Pautar una correcta conducta corporal del deportista lesionado.
- Aplicar las técnicas necesarias para acelerar la recuperación.
- Recuperar la funcionalidad de la zona dañada en el menor tiempo posible.
Para ello, se realizan diferentes ejercicios de rehabilitación, como estiramientos o estabilidad articular, además de aplicar agentes físicos como electroterapia, termoterapia, punción seca o vendaje, dependiendo del tipo de lesión. Para un correcto proceso de recuperación, es importante que fisioterapeuta y deportista se coordinen con el fin de cumplir con los ejercicios propuestos, el número de sesiones y los plazos de recuperación.
En el listado de lesiones más comunes tratadas en fisioterapia deportiva aparecen:
- Tendinitis.
- Esguinces, ya sean de tobillo, rodilla o muñeca.
- Lesiones musculares, como rotura de fibras.
Prevenir lesiones deportivas
Es muy importante conocer la dedicación del fisioterapeuta desde el punto de vista preventivo. Consiste en mejorar a través de ejercicios la musculatura del deportista, para evitar las cargas innecesarias y establecer una buena rutina en la gestualidad corporal.
El objetivo principal de la prevención es mantener a raya esos factores que pueden derivar en una lesión y también que, en caso de producirse, esta sea lo menos grave posible. Para ello, el profesional médico, entre otras técnicas, puede recurrir al masaje deportivo con la intención de destensar o tonificar alguna zona, pues su labor preventiva se entiende y aplica tanto previa como posteriormente al ejercicio. Además, puede recomendar otras medidas, como vendajes para proteger algunas articulaciones o aplicar frío o calor cuando el riesgo de lesión es pronunciado.
También es importante que el fisioterapeuta conozca las características del deportista, es decir, su disciplina deportiva y su fisionomía, con sus puntos fuertes y débiles. Entre los débiles se incluye una incorrecta higiene postural o músculos con índices en desequilibrio. Y por supuesto, en esta misma línea, conocer el historial de lesiones previas del deportista es de vital importancia de cara a minimizar los riesgos de recaída.
El fisioterapeuta también puede pautarnos un entrenamiento físico óptimo para nuestra condición, es decir, teniendo en cuenta si hemos tenido lesiones o dolores musculares en el pasado.
En este sentido, distinguimos entre dos tipos de entrenamiento:
El funcional, que responde a ejercicios de equilibrio y fortalecimiento.
El preventivo, centrado principalmente en corregir o cuidar la higiene corporal. Gran parte de las lesiones se producen durante el entrenamiento, por la falta de tensión competitiva. El entrenamiento es la rutina del deportista, y poner su planificación en manos del fisioterapeuta solo se puede entender como un acierto.
En conclusión, realizar un trabajo de prevención fisioterapéutica nos garantiza una serie de beneficios:
- Minimiza el riesgo de lesión.
- Potencia el rendimiento.
- Mejora la musculatura y su elasticidad.
- Ayuda a afrontar la actividad deportiva con un estado de ánimo mejorado e impulsado por una condición física plena.
En definitiva, acudir al fisioterapeuta más pronto que tarde es la mejor zancada, la pedalada hacia la meta y el gol que nos hará ganar el partido a las lesiones.